Pablo y Adrián

Pablo y Adrián

viernes, 11 de abril de 2014

Capítulo 27 (Y ÚLTIMO)





Javier no quiere pensar en el cáncer. Se muestra ansioso, seductor, desesperado.
--no es un abrazo lo que necesito. Es a mi amigo. Mi amigo que está conmigo en los peores momentos.


Joaquín desea hacer el amor con su amigo pero no le parece el momento.


--¿no deberías hacerlo con Bernardo?


--Por favor… no me hagas preguntas… --suplicante.


Javier se ve indefenso, asustado y Joaquín no lo puede rechazar. Le duele que esté tan obsesionado por el sexo pero lo ama demasiado.  Ni siquiera usan condón. Nunca lo han usado entre ellos. Después de hacer el amor hablan los dos más tranquilamente.


--Bernardo me ha dejado. Estaba conmigo en la consulta. No sabes el asco con el que me miró. Se ha ido, sé que no lo volveré a ver.


--¡qué imbécil¡


Joaquín lo besa con cariño y Javier se siente mejor en los brazos de su amigo.


--¿lo querías?


--No. Me gusta pero ningún hombre me ha hecho sentir lo que tú me haces sentir. Me gustaría que fueras gay aunque creo que sí te gusta acostarte conmigo aunque sea un poco.


Joaquín sonríe.


--me gusta mucho acostarme contigo. Ahora no es el momento de dar explicaciones pero soy gay. Me gustas tú.


En el fondo lo sabía. Se besan entre lágrimas. Javier está triste. Asustado.


--me van a dar quimio. Me voy a quedar calvo y no te voy a gustar.


Joaquín le guiña el ojo. Se levanta. Desnudo. Agarra una botella de agua que tienen en la mesita y se moja los cabellos. Luego agarra una máquina de afeitar que tiene en un cajón y se rapa ante la atenta mirada de Javier. Los dos están emocionados. Javier se levanta, también desnudo. Lo besa. Joaquín le sonríe y le da la máquina. Javier se rapa llorando mientras Joaquín le da la mano. Se hace el fuerte pero está deshecho.


 


Joaquín acompaña a Javier al médico. Los dos calvos. Javier tiene cáncer en un pulmón. Necesita quimioterapia pero como está en el comienzo lo meten en una lista de espera. El médico asegura que no pasará nada pero para Javier es frustrante pensar que si tuviera dinero todo sería más rápido.


--¡me voy a morir¡ ¡y todo por el puto dinero¡


--y por el tabaco –piensa Joaquín.


Ninguno de los dos ha vuelto a fumar desde que supieron lo que pasa. Joaquín consuela a Javier que se derrumba. Le pone las manos en las mejillas. Saca fuerzas de donde no las tiene.


--¡vas a vivir¡


Joaquín lucha por no llorar. Besa y acaricia a su amigo.


--Nos iremos a la mejor clínica. Fuera del país si es preciso.


Javier está desesperado.


--¿¡con qué dinero?¡


Joaquín lo tiene claro.


--venderé la casa.


Javier no se esperaba esa propuesta.


--¡pero es importante para ti¡ ¡es el recuerdo de tu padre¡


Joaquín pone sus manos en las mejillas de su amigo. Lo besa en los labios.


--tú eres más importante.


Javier llora. No sabe qué decir. Joaquín lo abraza.


--No llores. Nada es más importante que tú.


Los dos se funden en un fuerte abrazo. Joaquín lo besa cerca del labio y Javier lo disfruta con la misma calidez que Joaquín se lo da.


 



Al cabo de un rato, Joaquín ha quedado en la casa con Abel. Supuestamente para que el viudo y el hijo se repartan las cosas de la difunta.


--Yo no quiero nada. Mi madre te hizo su heredero y aunque no tenía nada de valor…


Abel lo interrumpe:


--tu madre te mintió. Yo no te lo quería contar. Iba a compartirlo contigo pero tú me has obligado al echarme. El único dueño de la casa soy yo.


Abel habla como si le doliera lo que está diciendo. Joaquín no tiene tiempo de reaccionar. Es un impacto enorme para él descubrir que su padre no era su padre. No pone en duda la legalidad de esos documentos. Además necesita el dinero ya. No puede permitirse ir a los tribunales.


--yo creo que es mejor que tú me cedes la casa, una donación. No que yo te la tenga que reclamar. Sería un escándalo. Todo el mundo hablaría mal de tu madre.


Abel llega con su notario y todo. Joaquín sólo tiene cabeza para Javier. Renuncia a la casa y se la cede a Abel. El hombre sonríe feliz. Entra corriendo en su casa. Joaquín abandona el lugar. Está en shock.  ¿Y Javier? No sabe cómo va a ayudarlo. Javier lo llama al celular en ese momento. Joaquín se traga sus lágrimas para que no sospeche nada..


--Javi ¿Qué necesitas?


--¿Cuándo vuelves? Te necesito a mi lado.


Javier está asustado y sólo los brazos de su amigo lo calman. Joaquín tiene que hacer un gran esfuerzo para no llorar.


--paso un momento por el bar.  No quiero que quedemos mal.


Javier está aprendiendo a no pensar sólo en él.


--¿te ocurre algo?


Joaquín está acostumbrado a fingir pero ahora le cuesta mucho aunque lo hace.


--no, todo bien.


--¿has puesto la casa a la venta?


Javier no lo quiere presionar pero no soporta la idea de pasar meses sin tratamiento. Está asustado.


--sí, todo bien. Seguro que la vendemos rápido.


--Te debo la vida…


--ahora te llamo…


Joaquín es la esperanza de Javier que siente que se va a morir sino tienen dinero. Joaquín no quiere que su amado sufra. No lo quiere poner en peligro teniendo que estar meses sin recibir tratamiento. Está desesperado. Llora. No puede más, va a derrumbarse. Se acerca a una iglesia. No cree en Dios, ni en la vida tras la muerte pero reza. No sabe si a su madre, si al que creía su padre, si a Dios pero suplica que lo ayuden, que encuentre una solución para que Javier pueda ser tratado ya.


 


Joaquín parece un zombi. Casi no se tiende en pie. Al llegar al bar entra directo al despacho de la jefa. Se sorprende al ver a Emilio en su interior. El hombre está eufórico porque le ha caído una herencia casi del cielo y su deseo es comprar el bar para estar cerca de Joaquín. La dueña pide pensarlo. Joaquín se siente entre las cuerdas. No quiere que Emilio sea su jefe pero no tiene ganas de enfrentarse a él. Y no puede perder ese empleo. Aunque no le gusta piensa en la manera en que puede ayudar a Javier. Se acerca a Emilio cuando sale:


--¿podemos hablar?


Emilio siente que se va a desmayar. Sigue a Joaquín que se muestra tenso. Emilio cree que vive un sueño. La herencia y ahora esto. Los dos se encierran en el baño. Emilio está feliz pero a la vez triste porque siente a Joaquín angustiado. El chico se muestra a la defensiva.


--¿¿porqué quieres comprar el bar? ¡¡¿es que me quieres dejar en la calle? Yo me largo si tú entras¡


--bueno es que yo…


Emilio está asustado. Joaquín es muy brusco.


--¡mira sé que te pongo cachondo y necesito dinero¡ ¡mucho dinero¡


Emilio está asustado. A la expectativa. Joaquín está desesperado y va directo:


--¿Cuánto me darías por un polvo?


Emilio siente que le va a dar un infarto. Es el sueño de su vida. Siempre soñó con poder estar con Joaquín pero lo ve tan triste que no se quiere aprovechar de él.


--No, yo te lo regalo ¿Cuánto quieres?


Joaquín siente asco de lo que hace pero no quiere favores.


--¡a mi no me vengas con regalos¡ ¡me das el dinero y luego no me busques¡


--Esta bien, ¿Cuánto quieres?


A Emilio le duele que el chico se le venda pero es más la pasión que siente en ese momento. La cifra es alta. Gran parte de lo que le ha recibido Emilio. Joaquín creía que iba a rebajar la cifra pero para Emilio el chico está en lo más alto. Toda una fortuna por una sola noche.



 


Es esa misma noche. Emilio y Joaquín desnudos en la cama. Joaquín es una estatua y Emilio se pone loco. Lo tiene desnudo.  Puede tocar, besar ese cuerpo todo lo que quiera. Joaquín se quiere tapar la cara con la almohada mientras se la chupa.


--no te tapes…


Es la única exigencia que pone. Es que le gusta demasiado ese chico. Joaquín lo mira con odio.


--¿no podrías se amable?


--¡te he cedido mi cuerpo, nada más¡


Es un polvo agridulce. Le duele las lágrimas de Joaquín pero no quiere renunciar a saborear este cuerpo que tanto le gusta. Joaquín agradece que sea pasivo. Lo trata como un animal. No busca el placer de ninguno de los dos. Se viene enseguida pero a Emilio no le importa. No es sólo la penetración lo que busca. Es estar con ese chico que tanto le ha gustado. Quisiera hablar con él, disfrutar de su compañía. Joaquín tiene que hacer un esfuerzo por no llorar y Emilio no puede renunciar a él. Le encanta la verga del chico y se la mama una y otra vez. El dolor que siente por Javier es lo que mantiene sereno a Joaquín pero a la que empieza a amanecer, arranca su torturada verga de la boca de Emilio y se empieza a vestir.



--¿ya te vas?


Joaquín se viste en silencio.


--¡ya no es de noche¡


Emilio le toca la espalda.


--No te vayas. Deja almenos que acabe esta mamada. No te vayas así.


Joaquín le golpea la mano. Lo mira con odio.


--¡si me vuelves a tocar te mato¡ ¡¡yo ya he cumplido, ahora no quiero verte en mi vida¡ ¡¡no te cruces en mi camino o te vas a arrepentir¡


A Emilio le duele ese odio que ve en los ojos del hombre que ha disfrutado, con el que ha sido feliz por primera vez en su vida. Joaquín se siente morir pero no se derrumba porque con ese dinero Javier se va a curar.


 


































Meses después…


 


Carlota se ha convertido en una fugitiva aunque en realidad nadie la persigue. Maneja su auto mientras oye una noticia que la impacta. Un corto circuito ha provocado el incendio de la vieja casa de Joaquín en dónde han muerto sus dueños: Abel y una anciana con dinero con la que se había casado.  Carlota pierde el control del auto y muere al estrellarse contra otro auto.


 


Javier y Joaquín vuelven a la ciudad en esos días.  Javier ha recibido ya el alta aunque no se puede decir que esté curado hasta pasado unos años y que no se le haya reproducido. Es cuando se enteran de lo que ha pasado con Abel. A Joaquín le duele el triste final del viudo de su madre pero no quiere pensar en el pasado, en su propiedad perdida. Javier sí. Siempre creyó que el dinero que han ido gastando era de la venta de la casa. Ahora descubre que le cedió la propiedad a Abel.


--descubrí que mi padre no era mi padre. Mi madre me había enseñado el penúltimo testamento. No el último, la casa nunca fue mía.


--¿y porqué no me contaste esto?


--No te quería preocupar.


--¿de dónde sacaste el dinero?


--no te preocupes de eso.
--necesito saberlo.


Joaquín agacha la mirada con vergüenza. Javier lo acaricia. Lo toca para que lo mire. Joaquín, llorando, le acaba confesando todo. Javier se traga sus lágrimas. Le duele todo lo que ha tenido que hacer Joaquín por su culpa. Joaquín se da la vuelta.


--ahora te doy asco ¿no?


Javier sufre por él. Le duele que se haya tenido que sacrificar así. Lo abraza por la espalda. Se estremecen. Con su sacrificio se da cuenta de lo mucho que su amigo lo ama.


--yo estaré a tu lado siempre –Javier..


Joaquín lo mira. Javier quiere besarlo pero Joaquín pone la mano entre sus bocas.


--no quiero tu compasión.


Javier se muestra cariñoso.


--haz hecho un sacrificio por amor y ¿no vas a dejar que te demuestre que te amo?


Joaquín lo mira incrédulo:


--¿me amas?


Javier le guiña el ojo:


--como no creí que se pudiera. Déjame demostrártelo.


Los dos se aman y se necesitan. Se besan ardientemente. Con pasión, con amor…


 




Varios años después… Javier sale de su control anual. Como siempre Joaquín a su lado. Es el último control. Ha recibido el alta definitiva. Los dos están muy contentos. Salen de la clínica besándose y abrazándose. La tristeza del pasado ya ha quedado atrás. Son una pareja que se ama.


--¡tenemos que celebrarlo a lo grande¡ --Javier.


--¿Cómo te gustaría celebrarlo? --muy cariñoso.


Javier le agarra una mano. Le acaricia la mano. Se aman. Se desean y no se ocultan. Se besan mientras se devoran con las manos.


--me gustaría que nos fuéramos de luna de miel --Javier.


--¡un viaje¡ me parece muy buena idea.


Javier se muestra coqueto.


--No, no me has entendido. Te estoy pidiendo que te cases conmigo.


Joaquín se queda mudo. Casi no le sale la voz.


--No sé qué decir.


Javier le guiña el ojo.


--pues di que sí.


Llevan años viviendo juntos. Es un sueño para ambos y Joaquín no necesita dar una respuesta. Lo abraza entusiasmado.


--¿eso es un sí? –Javier divertido.


--claro que sí –dice lloroso.


Se sonríen. No se cansan de besarse.
 


La boda es días después. Hacen una pequeña fiesta para los amigos del Bar Justo donde ambos siguen trabajando. No hay lugar para la familia. Joaquín es la única familia para Javier y viceversa. Muy elegantes, con sus trajes. Se toman de las manos. Intercambian sus anillos, sus promesas de amor. Se van tras una lluvia de arroz y abren el baile nupcial. Están felices.


--Nunca pensé que acabaríamos así --Joaquín.


Joaquín tiene muchas ganas de llorar. Nunca pensó que podía ser tan feliz. Javier le guiña el ojo. Le da una palmada en el trasero.


--yo siempre supe que tú eras mi destino --Javier.


--¡mentiroso¡


Bailan entre risas. Son cómplices, amigos, amantes. Son el uno para el otro. Bailando llegan a su habitación de hotel. Consuman su matrimonio con calidez, con amor. Son  uno solo.


 


Su destino es el Caribe. Una playa paradisiaca. Es media tarde. No hay nadie y Javier se queda en bolas. Joaquín se sofoca.


--¿¡qué haces? ¡¡cómo alguien nos vea nos vamos a meter en un lío¡
Javier sonríe pícaro.


--pero si a ti te gusta verme desnudo tanto como tú a mi. Venga… --sensual, provocativo.


Se miran con deseo.


--o te desnudas o te desnudo yo –Javier sensual y lanzándose contra el bañador del otro
--¡no seas loco¡
Javier sonríe provocativo:
--tienes 3 segundos...1, 2...
Los dos se aman y se ponen cachondos el uno con el cuerpo del otro. Joaquín se desnuda ante la atenta mirada de su esposo que lo toma de la mano. Se miran felices. Agarrados de la mano se meten en el mar que cubre su desnudez. Juegan, nadan, se besan, se aman para siempre. Sí, para siempre. De eso no les cabe ninguna duda.


FIN