Pablo y Adrián

Pablo y Adrián

miércoles, 9 de abril de 2014

Capitulo 10


Julio está yendo a la empresa. Va solo en el auto de Teresa. Se para en una gasolinera. Mientras se lo llenan entra al lavabo. Enrique, el chico que vio a Javier y Abraham en el lago, está de paso en la ciudad y lo ve.
Este moreno le gusta. Es más adulto que los chicos a los que suele seguir pero le gusta mucho.
--¡que cuerpazo¡
De cerca se nota sus canas, sus arrugas pero eso lo hace más sensual. Le da un poco de miedo de seguirlo.
--es mayor, me puede decir algo.
Pero está cachondo. Julio le ha seducido. Ese cuerpo en jeans le encanta.
--No pienso perder la oportunidad.
Lo sigue. No sólo está en el urinario sino que muy separado. Enrique tiene experiencia en este tipo de cosas y nunca había visto un chico que hiciera pis tan separado y es algo que le pone muy cachondo. Esos jeans, le marcan el culo. Pequeñito pero muy marcado. Enrique está a 100. El hombre es mayor de los que le suelen gustar pero le encanta. Le gustaría encerrarse con él en el baño y disfrutar de todos los encantos de ese cuerpo. De entrada se conforma con descubrir el secreto mejor guardado de un hombre. Julio está tan separado que Enrique no tiene que hacer ningún esfuerzo para mirar. Julio tiene su pene muy agarrado pero se la ve bien.
--¡pedazo de vergón¡ --piensa Enrique.
El chico está encantado de la visión que está viendo. Le gustaría poder fotografiar esa belleza. La mira con intensidad para que la imagen quede grabada en su retina. No pierde detalle.
--Le debe medir bien más de 12 centímetros. Es gordita, yo creo que unos 4 centímetros –va pensando Enrique excitado-. Hum, todo el pellejo bien bajado… No debe estar en estado de total reposo…
Y Enrique tiene la fantasía que Julio está cachondo con él que en un momento u otro le pedirá que se la coma y eso es lo que en ese momento desearía Enrique. Daría cualquier cosa, parte de su vida por saborear por unos minutos ese delicioso instrumento que el guapo Julio tiene entre sus manos. Julio siente las intensas miradas de Enrique y se pega un poco. A Enrique le da pena:
--ya me pilló. Se acabó el espectáculo --piensa.
Pero aunque Julio se ha pegado más aún se le ve. Eso sí, Enrique tiene que mirar con mayor descaro pero está tan cachondo, le ha gustado tanto lo que ha visto que no quiere perderse la oportunidad de disfrutar por un momento más de la deliciosa visión de la trompa de Julio al natural. Enrique no se atreve a mirar constamente pero cada vez que se gira para mirar se la ve perfectamente. Julio no se inmuta y eso a Enrique le encanta. Enrique se va cuando Julio empieza a sacudírsela. Enrique está muy, muy cachondo. Enrique se queda frente al espejo lavándose las manos. Ve como Julio seca el glande con un trozo de papel higiénico. Julio lo hace delicadamente, durante un buen rato. Julio se acerca a lavarse las manos. Tenerlo al lado después de disfrutar tanto con lo que ha visto impacta demasiado a Enrique. Lo deja cuando se lava las manos. Tarda mucho. Sale pero vuelve a entrar.
--Es viejo pero está bien, tal vez no sea un buenorro espectacular pero es muy guapo. Me ha gustado ver su verga.
Vuelve a entrar al lavabo. Enrique tiene la fantasía que lo hace para que lo siga pero le da miedo comprobarlo.
--ya me ha dado mucho. Mejor no molestarlo.
No tiene ni idea de cómo se llama, es posible que no lo vuelva a ver pero le ha encantado conocer su trompa. Enrique se va como loco de contento.
--¡que buena verga he visto hoy¡ --dice contento -- ¡que bien, con la falta que me hacía esta tipo de alegrías.



Javier está en la universidad. Entra furioso en el despacho de Bernardo. Los dos se miran con rabia.
--¡no se entra así en el despacho de un profesor¡ ¿¿es que no te enseñaron modales tus padres¡
--¿¿a que viene que tengo la materia suspendida y sin posibilidad de recuperación? ¡¡usted que se ha creído que es¡
Bernardo sonríe burlón. Disfruta teniendo a su guapo alumno en sus manos. Esa sonrisa pone más rabioso a Javier.
--¡sí se sigue riendo de mi le voy a romper la cara¡
Bernardo sonríe más:
--Me encantará, así tendré excusa para expulsarte.
Javier levanta los puños pero le da un puñetazo a la pared.
--¡mejor te calmas porque tienes las de perder, por tus faltas en clase tengo derecho a prohibirte que entres, ya no te podrás examinar¡
--¡no ir a sus clases será un placer pero tengo derecho a examinarme por libre en el examen final, usted no me lo puede prohibir¡
--claro que puedo –Bernardo con prepotencia.
--¡pero eso no es justo¡
--puede ser pero las normas en mi clase las pongo yo. Prueba suerte el próximo año, al paso que vas igual no pasarás de curso –burlón.
Se miran, se desean. Javier siente una fuerza que lo empuja hacia su atractivo profesor. Se le tira encima y lo besa. La reacción de Bernardo no se hace esperar. Le da un puñetazo. Lo trata con mucho desprecio.
--¿¿qué haces, maricón?
Javier desearía que la tierra lo tragara. Bernardo lo mira con odio:
--¡esto te va a costar caro… voy a expulsarte¡ ¡¡te abriré un expediente por acoso¡
--¡usted siente lo mismo que yo¡
Bernardo se le ríe.
--¡yo estoy felizmente casado, aquí el único gay eres tú¡
Burlón Bernardo dice:
--Has tirado por la borda el curso por una tontería.
Javier se da cuenta que está en manos del profesor y le suplica.
--No por favor. No ha sido para tanto.
Javier se muestra humilde. Suplicante y eso Bernardo lo disfruta mucho.

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