Pablo y Adrián

Pablo y Adrián

miércoles, 9 de abril de 2014

Capítulo 12




Enrique ha vuelto a su pueblo. Está muy excitado. La imagen de la verga de Julio le ha impresionado demasiado. Incluso no ha tenido ganas de volver al lago. Se ha quedado sobre su cama, masturbándose pensando en ese momento. Se duerme pensando en Julio y sueña con él. Sueña que Julio es un actor famoso y que Enrique está viendo por la tele una serie en la que él sale. Es una escena en la que está en calzoncillos mientras se está cambiando. Luego Enrique va a verlo al pueblo en el que está grabando. Julio se alegra de verlo.
--vaya, si eres mi mejor fan.
--¿me recuerdas?
--claro, creí que ya me habías olvidado.
Enrique siente amor por Julio, un amor en el sueño pero Enrique siente muy real.
--ya jamás me olvidaría de ti.
Julio es muy amable con Enrique y a éste le gusta mucho como lo trata. A Julio le preocupa que Enrique se obsesione demasiado con él pero no lo deja solo. El productor incluso lo regaña.
--A ver si te libras ya de ese pesado que no hace más que espiarte.
Julio no contesta. Ve a Enrique que no le pierde de vista y sonríe tierno. Enrique oye el comentario y le duele crear problemas al guapo Julio pero éste no deja sino mostrarse cariñoso con él. Julio le enseña el lugar a Enrique.
--Yo me quedo a grabar un par de días. ¿te quieres quedar así ves toda la grabación?
Enrique está tan contento que no es capaz de contestar. Hace que sí con la cabeza.
--te llevaré a casa de unos amigos, son humildes pero estarás muy bien.
La casa es más bien una barraca que se cae a trozos y a Enrique le toca dormir en unas cajas en un rincón pero a Enrique no le importa con tal de estar en el mismo pueblo que Julio. Es el propio Julio quien convence a su amiga, quien dice que Enrique no molestará, que puede dormir en esas cajas, que les puede ayudar en las tareas que quieran. Enrique no dice nada, sólo permanece al lado de Julio, lo mira a él con devoción.
Enrique despierta en ese momento.
--¡que sueño¡
Hubiera deseado que el sueño fuera más erótico pero está encantado.
--¡tengo que volver a verlo¡
Es de madrugada y no puede volver a dormir. Se da una buena ducha. Se hace tocamientos pensando en Julio. Llena de jabón su cuerpo desnudo, frota para aclararse. Mientras tiene la cabeza bajo el agua, mientras que el jabón desliza por su torso, vientre, genitales, piernas, Enrique toma una decisión.
--¡voy a volver a la ciudad, me pasaré el tiempo que sea en esa gasolinera hasta que lo vuelva a ver¡
Enrique siente que el corazón se le va a salir por la garganta. Está deseando volver a ver al guapo Julio.



Joaquín apenas puede dormir esa noche. Tiene en sus labios el sabor de los de Javier. Lo ama más de lo que nunca lo amó. Nadie le ha despertado ningún sentimiento parecido. Se mira al espejo. Se arregla bien. No puede evitar sonreír.


--¡se lo voy a contar¡


Joaquín siente que el corazón se le va a salir por la garganta. Javier y él se encuentran en la universidad. Los dos se funden en un abrazo. Joaquín suspira enamorado.


--¡tengo algo que decirte¡  --dicen los dos.


--¡tú primero¡ --dicen también a la vez.


Se sonríen. Joaquín está demasiado nervioso. Ha decidido que ha llegado el momento de confesar a su amigo que es gay y que lo ama. Está nervioso y confía en que Javier se le adelante. Está ansioso pensando en lo que su amigo le va a decir.


--tú primero –Joaquín.


Javier está muy orgulloso de su gesta y quiere compartirlo con su amigo:


--¡me acosté con el marido de mi hermana¡ ¡¡es más maricón que yo¡ ¡¡por eso se casaron¡


Joaquín ha enmudecido.  Lo siente como una puñalada. Es una herida de muerte. Javier nunca cambiará y eso le duele. Javier le cuenta los detalles olvidando que su amigo le quería decir algo. Joaquín lo agradece porque ya no hay nada que tenga que decirle. Lo odia y lo ama. Sonríe cuando tiene ganas de llorar pero se  traga las lágrimas. De pronto, Javier, a lo lejos, ve a Bernardo hablando con el rencor.


--¡ya ni ganas de ir a clase¡


--No te vayas, a lo mejor no dice nada.


--¡no le voy a dar oportunidad¡


Javier se va rápido y Joaquín corre a encerrarse en el baño. Llora. Llora por un amor que lo está consumiendo y que se tiene que guardar para él.


 


Enrique ha llegado a la gasolinera donde conoció a Julio. Entra en ese lavabo con la esperanza de volver a ver a Julio. Sabe que es un imposible pero la ilusión la tiene. Se decepciona al ver que no está aunque no está solo. Javier está haciendo pis. Para disimular, al oír a alguien, Enrique se pone en uno de los dos urinarios. Javier a su lado. Enrique quería fingir que hacía pis. No quería mirar porque estaba esperando a Julio pero le gusta Javier. No se lo esperaba pero se lo encuentra ahí y le gusta. No reconoce al chico que vio días atrás en el lago en plena acción. Javier es guapísimo y eso no pasa desapercibido para Enrique. Le gusta lo que ve. Jovencito, muy guapo, serio. Incluso lo ve tímido.
--No es el morenazo buenorro pero que es guapo lo es ¡¡que guapo¡ --dice para sí.
Javier está muy pegado y Enrique no se atreve a ser descarado. Eso sí, se pone cachondo con los movimientos de mano de Javier al sacudírsele el pene. En ese momento Enrique no puede evitar mirar. Es solo un segundo pero:
--¡bingo¡ --murmura Enrique.
Enrique no puede creer su suerte, lo que ve. El secreto de ese chico tan guapo ya no es un secreto para Enrique y le gusta mucho. Enrique no puede creer su suerte.
--¡que verguita¡ ¡¡me encanta¡ --dice para sí.
Enrique ve cuando Javier se guarda su tesoro. Lo ve en “libertad” sin sujetar. Javier se aguanta los calzoncillos con las dos manos y le ve el rabo bien tranquilo dentro del calzoncillo. No es muy grande pero a Enrique le gusta mucho:
--¡como me encantaría hacerla crecer en mi boca¡ ¡¡me la comería toda¡ --dice para sí.
Javier permanece ajeno al deseo de Enrique. Se queda frente al espejo, un buen rato arreglándose frente al espejo. Se lava las manos. Enrique a su lado. Javier lleva jeans negros. El trasero se le ve aplastado pero le gusta mucho. Javier va hacia la puerta, mira hacia atrás. Se da cuenta de la lujuriosa mirada de Enrique. Javier está rabioso y necesita descargar. Javier se acerca hacia Enrique con cara de mal humor. Javier señala el wáter. Le hace un gesto.
--¿te vienes?
Enrique se queda paralizado por la emoción. Siempre ha deseado que un guapo le dejara disfrutar de su cuerpo y lo ha deseado tanto que Enrique no se lo puede creer. Javier se muestra agresivo y es algo que a Enrique lo paraliza.





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