Pablo y Adrián

Pablo y Adrián

miércoles, 9 de abril de 2014

Capítulo 17








 Carlota está viviendo uno de los momentos más transcendentales de su vida. Poder desnudar y tocar a un hombre tan guapo como Abel es una experiencia que sólo se atrevió a soñar. Es tan evidente el deseo que está sintiendo la sirvienta que Abel se siente incomodo:
--mejor otro día...
Carlota ha metido una silla en la bañera y ayuda a Abel a sentarse en ella.
--¡¡claro que no... usted necesita una ducha... se le nota¡
Carlota acaricia el fornido torso sudado de Abel. Jadea.
--que estoy casado... --se queja él.
Carlota le baja los pantalones pese a que Abel le va diciendo:
--¡no es necesario¡
Se siente casi como violarlo. A Carlota ese hombre le gusta. Sería imposible que no le gustara y no se quiere perder la oportunidad de  verlo desnudo al completo.
--no tenga pena conmigo... no lo miro como hombre... sino como hermano.
Lleva unos slips muy pequeño con todo muy grande apretado. Carlota abre los ojos como platos:
--¡¡madre mía¡
La mujer está muy impresionada por el tamaño de lo que ve. Abel se agarra el tanga apenado. Ella le quiere quitar el calzoncillo pero no él no quiere.
--así está bien... --dice él algo apurado.
Abel se lo sujeta con una mano pero Carlota se lo va bajando:
--¡y luego como se lo saca todo mojado? ¡¡mejor se lo sacamos ya¡
--¿no hay ningún hombre que me pueda ayudar?
--¡¡no, no lo ahí¡
Y tira fuerte y logra ver lo que quería. Sufre una fuerte impresión. Grita de la emoción y se desploma en el piso desmayada,. Abel no sabe qué hacer. Llega  otra de la mujer que ayuda en la casa, aunque esta no es fija como Carlota.
--¿¿qué ha ocurrido?
Abel está avergonzado. Se tapa con la mano:
--¿no puede ayudarme algún hombre... ?
--Si claro...



Carmen, la otra empleada, busca a Joaquín que estaba con el ordenador.


--El esposo de su madre necesita que alguien lo ayude a ducharse. Es que se ha roto el brazo y su madre no está.


--¿quiere que lo vea desnudo?


Joaquín tiene que hacer un esfuerzo para que no se note lo cachondo que está.


--si ¿qué tiene? Ni que usted fuera de la acera de enfrente.


--si claro… ahora voy…


Joaquín está muy sofocado. No sabe si podrá ayudar a ese hombre tan guapo sin que se le note lo mucho que le gusta. Está muy sofocado. La habitación principal es la única con baño. Él entra en el del pasillo para mojarse un poco la cara. No quiere que nadie sepa que le gusta ese hombre. Por un lado se dice que debería haber dicho que no, que no es justo que se aproveche que ese hombre no sepa que es gay y por el otro lado pues que debe ayudar al esposo de su madre. Toca a la puerta nervioso.


--soy Joaquín.


Abel pone mala cara.


--¡lo que me faltaba, el maricón¡ ¡¡en que familia me he metido¡ ¡¡les saco el dinero que pueda y me largo¡


Pero no quiere quedar mal con el chico.


--pasa, menos mal.


Joaquín sufre un fuerte impacto y es que Abel tiene un desnudo impresionante. Es el hombre más guapo que ha visto en su vida. Además que es un hombre adulto. Tiene más de treinta años y se nota la diferencia y eso es algo que le gusta. Carlota está desmayada en el piso.


--quería que me ayudara un empleado y no está loca. Quiero ducharme y vestirme antes que despierte.


A Joaquín casi no le sale la voz. No le extraña que Carlota se haya desmayado. Ese hombre todo desnudo, apoyado en un bastón. Tan guapo, tan indefenso. Joaquín se ve hechizado.


--espero que la marica este no se me vaya a desmayar también –piensa Abel.


--Es que Carlota y Carmen son las únicas que ayudan a mi madre. Antes teníamos más empleados pero ya no hay dinero.


--¿van mal de dinero?


--Pues si ¿no sabías?


Abel se da cuenta que no ha hecho tan buen negocio como parecía.


--pero esta casa debe valer dinero.


--si, mamá tiene el usufructo pero yo soy el dueño. Es lo único que tenemos. No la quiero vender porque me recuerda a papá.


A Abel le da mucha rabia lo que ha descubierto pero no es el momento para preocuparse de eso. Se muestra fraternal.


--¿me puedes ayudar? Estamos entre hombres. No hay que tener pena…


--claro... claro…


A Abel no le gusta nada que Joaquín lo toque. Abrazado a él va a la bañera. Joaquín quiere no clavar sus ojos en la bella y grande parte central del hombre pero no puede evitarlo.


--en confianza, pásame la esponja por dónde quieras…


Joaquín está temblando. No se atreve a tocarlo en partes más privada. A Abel le molesta ver que Joaquín está cachondo. Se le nota en la mirada y además lo siente en el pantalón. Joaquín cree que va a explotar. Se ha tenido que tragar su deseo muchas veces para que Javier no se dé cuenta que lo desea pero es que nunca se había tenido que reprimir tanto. Lo deja vestido y en la cama.


--me tendrás que ayudar más seguido…


--si claro…


Abel se muestra simpático. Están los dos solos porque ya Carmen se ha llevado a la desmayada Carlota. Abel abraza a Joaquín desde la cama.


--gracias por todo. Eres un gran amigo. Seremos como hermanos.


Hasta le guiña el ojo y Joaquín cree que va a desmayarse. No cree poder reprimirse por más tiempo. Se va rápido. Abel borra su sonrisa amable. Siente asco. Joaquín nunca estuvo tan cachondo. Se da una buena ducha fría


--¡no debo pensar en él¡ ¡¡no debo pensar en él¡


Y aunque se lanza el chorro de agua helada en su gorda verga no baja la excitación y es que no deja de pensar en el cuerpo desnudo de Abel, en las cosas que le haría. Está a punto de explotar y se masturba pensando en Abel.





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