Pablo y Adrián

Pablo y Adrián

viernes, 11 de abril de 2014

Capítulo 26




Joaquín ya ha hecho sus maletas y cuando Bernardo se va se despide de Javier.



--a mi no me molestas. Somos como hermanos.



Aunque está dolido por como lo ha echado Bernardo, Joaquín se siente mal en ese casa. Está celoso, reprimido. No le gusta ver siempre desnudo a Javier y saber que no es suyo y menos ahora que está con Bernardo.



--lo sé pero estaréis más cómodos. Si yo no estoy a lo mejor incluso él viene a vivir contigo.



Javier lo abraza.



--¡eres el mejor¡



A Joaquín le duele ver en el limbo en el que vive su amigo. Una vez más se traga su dolor y se va. Regresa con su madre. Con Abel. Vivirá una situación parecida pero esta vez con el esposo de su madre.



 



Abel sale de la piscina. Nada desnudo. Se siente ya el dueño de esa casa. Para Joaquín es un impacto encontrarse a este hombre tan guapo desnudo. De nuevo se tiene que reprimir.


--¡estos me van a matar¡ --dice para sí.


Joaquín no quiere sentirse una bestia, dejarse llevar por su cuerpo pero las cosas no se le ponen fácil. A Abel no le hace gracia la presencia del chico. Se cubre con una toalla.


--¿Qué haces aquí?


Al chico le duele que de nuevo lo quiera sentir un extraño en su casa.


--¡esta es mi casa¡


Joaquín no da más explicaciones porque se le está haciendo tarde para ir al trabajo. Abel se muere de rabia. Cuando el chico se ha ido pues discute con su esposa.


--¿¿porqué ha tenido que volver?¡


--¡es mi hijo¡


--¡estaríamos mejor los dos solos¡


--¡la casa es grande¡


Abel pensó que viviría con más lujos y eso le duele.


--¡vivimos como indigentes. Si vendiéramos la casa…¡


Manuela no lo deja seguir.


--es la casa de mi hijo. Yo quiero venderla pero Joaquín no quiere. Por su padre.


Lleno de rabia, Abel suelta algo que Manuela le contó en confianza y no quiere que nadie sepa.


--¡no tiene derecho, tu esposo no era su padre¡


--¡cállate, en buena hora te lo dije¡


Los dos hablan  muy enfadados sin darse cuenta que, tras la puerta, Carlota lo está escuchando todo.


--¡yo no tengo la culpa que seas una cualquiera, que en tu despedida de soltera te regalaste a los strippers y que no tienes ni idea de cuál de los cuatro es el padre de tu hijo pero que tu esposo no puede ser porque era estéril¡


 La conversación cada vez más sube de tono. Carlota se frota las manos y con el oído bien pegado no pierde detalle de lo que ocurre.
--esto se está poniendo bien bueno...


--¡qué te calles¡ --Manuela.


Pero Abel ya no se calla.


--¡también debe saber que tu esposo tuvo el accidente por culpa de esa verdad que descubrió¡ ¡¡manejaba lleno de rabia cuando se mató¡


Manuela quiere golpear a Abel. Abel se acerca rápidamente a la puerta. Carlota no tiene tiempo de huir.
--¡¡ya me tienes hartas... siempre escuchando...¡¡suerte que es sin mala intención¡ 
--Manuela.
Carlota escucha por chismosa pero ahora hay algo que le gusta mucho y no cree tener mejor oportunidad. Mira a Manuela con altivez:
--pero ahora es diferente... quiero algo por no contar todo lo que sé...
Abel la agarra del brazo. La entra. Se encierran los dos con ella.
--¡¡cuando dinero quieres...¡ --dice Manuela mientras Abel busca la chequera.
Carlota sonríe con cara de depravada. Es su sueño hecho realidad.
--¡¡quiero acostarme con su esposo... todas las veces que yo quiera¡
Abel sonríe con cara de degenerado. Mira asqueado a Carlota:
--si que nos salió ramera --piensa.
La que no se lo piensa es Manuela. Bofetea a Carlota con furia mientras le grita:
--¡¡perra... ¡
--bueno... solo una vez... --dice Carlota que no quiere perder la oportunidad de probar ese sabroso cuerpo.
Para Manuela Abel es su más preciado tesoro y no lo va a compartir con la servidumbre.
Manuela se le tira encima. Carlota  se defiende, la empuja y Manuela se golpea la cabeza con la esquina de la cómoda. No tiene conocimiento. Se hace un silencio. Abel le toma el pulso:
-- ¡la mataste¡
Abel se muestra tranquilo:
--has matado a mi esposa así que lárgate y que no te vea más… Huye o acabarás en la cárcel.


Carlota lo deja solo con el problema y Abel planea rápido un plan.
 

A Joaquín lo llaman en el trabajo. Corre a su casa. Abel está  (fingiendo) llorando, la policía está por toda la casa. Nadie pone en duda que fue un atraco, que como no había nada de valor pues la golpearon para que confesara  pero la acabaron matando. Joaquín está muy aturdido. Abel se muestra destruido. Lo abraza. 



Durante el paso de los días, Joaquín vive una encrucijada. Todo le recuerda a la muerte de su madre pero, por otro lado, vive sólo con su viudo que le vuelve loco. Abel no quiere quedarse en la calle y sabe que su única opción es seducir a Joaquín. Se la pasa desnudo para provocarlo. Joaquín se la pasa en la ducha para no caer en la tentación. Un día unas manos lo tocan. Abel, desnudo, se mete en la ducha.


--sé que te pasa lo mismo que a mi ¡nos hemos enamorado¡


Abel lo abraza y antes de rendirse, Joaquín dice:


--¿y mi vieja?


--Yo no tengo la culpa de enamorarme de ti y sé que te pasa lo mismo.


A Joaquín le gusta demasiado ese hombre y no puede controlar. Se ha frustrado mucho y ya no puede más. Se funden en un beso. Un tórrido beso. Joaquín se olvida de todo. Caen a la cama, el uno le come el miembro viril al otro. Justo en el momento en el que Abel se está poniendo el preservativo, Joaquín reacciona. Piensa en Javier. Él es el único con el que se quiere acostar. Ya no se quiere comportar como un animal. Javier le importa demasiado. No le podría mirar a la cara después de acostarse con el viudo su madre. Además, no puede confiar en un hombre que se casó con una mujer mayor que él y que ahora quiere seducirlo.


--¡vete, vete de la casa¡ ¡¡no te quiero volver a ver¡


Abel se queda en shock.  No esperaba ese rechazo. Reacciona y se finge un amante angustiado y enamorado.


--no me hagas esto. Aunque sea una sola vez. No quiero comprometerte pero te amo. Hacemos el amor y me voy.


Abel se hace el enamorado pero Joaquín, lo desea pero no lo ama.


--será mejor que te vayas.


Abel lo besa en la mejilla. Se finge triste cuando está lleno de odio.


--Me iré pero llámame si me necesitas.


Los interrumpe una llamada de Javier. Está desesperado.


--te necesito, ven.


El dolor de Javier es una puñalada para Joaquín. Ignora al desnudo Abel. Se viste mientras le dice:


--¡no te quiero ver cuando vuelva¡


Abel se hace el sumiso pero cuando está solo es todo odio. Joaquín está muy sofocado. Necesitaba abrazar a su amigo más que nunca. Necesita confesarle la verdad. Espera en que Bernardo lo haya dejado. Y que Javier cambie.

 
 Abel no se da por vencido. Tiene un plan b. Hace una llamada.


--¿tienes lo que te pedí?


--si. Justo estoy en la puerta.


Abel abre los ojos como platos.  Ha hecho falsificar  la letra del padre de Joaquín. Es una supuesta confesión en que éste dice que Joaquín no es su hijo porque es estéril y que por eso lo deshereda.  También ha hecho falsificar un testamento del difunto padre último al original en el que todo es para su esposa. Confía que, para no manchar la memoria de su madre, Joaquín no vaya a los tribunales. En su testamento, Manuela deja lo que tiene (que era apenas nada) a su esposo. Los ojos de Abel brillan por ambición.

 


Joaquín llega a casa de Javier. Se lo encuentra llorando.


--tranquilo. No pasa nada –dice creyendo que llora por Bernardo.


Javier está desesperado.


--¡tengo cáncer, no me quiero morir¡


Javier se aferra a Joaquín a quien se le ha helado la sangre. Trata de consolar a su amigo pero está tan asustado y preocupado como él.


 

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